Horribles relatos de una mente sin remedio: El llanto de las Calendulas
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viernes, 25 de febrero de 2011

El llanto de las Calendulas











Entra un pequeño de seis años a la habitación, se acerca soyosando al regazo de su padre que se encuentra descansando en el diván:

Que tienes hijo?
Vengo de casa de mi prima y no quiero regresar ahi, me dio miedo.
Tranquilo hijo, no pasa nada
Fuiste a casa de mi prima alguna vez?
Si, hijo, si fui una vez, ven aca y sientate, te contare una historia:

Si, recuerdo aquella vieja casa, majestuosa y sencilla a la vez, una construcción clásica de la era victoriana, recatada y finamente acabada hasta el mas infimo detalle.
Pero lo que mas recuerdo es mi ultima noche ahi, era particularmente fria, la leve brisa que recorria los arboles dejaba entrever la silueta de la luna que parecia empesinada en el afán de esparcir su luz etérea correteando junto con las sombras fantasmales en el jardín.

Mi habitación estaba en el segundo piso, era cómoda, pero mi sueño esa noche era intranquilo, me recuerdo a mi mismo cansado y somnoliente, rondando el umbral del sueño pero sin lograr descender en el. Mi mente comenzaba a divagar y ahondar en temas inútiles, lo que en un principio comenzaban como pensamientos, de un momento a otro se convertian en sueños, de los cuales despertaba tan pronto como comenzaban. El silencio era tan intenso que parecia zumbarme en los oidos, tanta calma era abrumante, me levanté de mi cama para abrir la ventana, asi, al azotar el viento aplacaba un poco aquel inquietante silencio. Casi parecia cíclico, predecible: diez minutos de calma absoluta quebrantados por treinta segundos del contrastante ruido del viento azotando mi ventana, luego, calma nuevamente... sucedía asi una y otra vez, mis pensamientos se estaban convirtiendo en sueños paulatinamente hasta que...
toc, toc, toc...
esta vez el viento no habia azotado la ventana, parecia que había tocado en ella como quien toca quedamente a la puerta, era apenas audible, tan levemente perceptible, pero sin embargo, fue lo suficientemente fuerte como para despertarme de aquel leve sueño y alertar mis sentidos que ahora se encontraban enfocados en aquella ventana. ¿realmente lo habre escuchado?, o solamente fue un reflejo inocuo de un leve y muy corto sueño...

Permanecí en silencio, quieto e inmutable intentando escuhar, analizar aquel silencio que nuevamente zumbaba en mis oidos... ¿habra sido real?, o solamente un juego inmaduro de mi propia mente?, No, se que era real...

Comencé a pensar en esto y a hacer remembranzas de pasadas añoranzas, nuevamente, comenzaba con un tema y una cosa me llevaba a la otra, alejándome cada vez mas del tema en cuestión...

Toc, toc, toc,

Ahí está nuevamente, me dormí sin darme cuenta, pero aquel sonido me despertó, es inconfundible, tan leve como la vez primera pero ahora estoy seguro el haberlo escuchado. Rápidamente me incorporé en la cama y observo la ventana, la luz de la luna se cuela dentro de la habitacion dibujando asi macabras manos con las sombras de los arboles secos que se mecen a voluntad del viento.

Mi mente se turbó imaginando el ser que llamaba a mi ventana, me acerqué lentamente intentando agudizar mis sentidos cual gato en caceria, hasta que lo escuché... No era alguien tocando a mi ventana, sino, un sollozo, si bien el sonido no era menos aterrador que el anterior, al menos ahora era mas revelador. Abri la ventada de par en par y me asomé al balcón, nunca lo olvidaré...

Abajo, en un rincón del jardín trasero, junto a la fuente, se hallaban las caléndulas, iluminadas suavemente con la luz de la luna, se movian timidamente al ritmo del vals que el viento tocaba u de su interior provenia un llanto que, en cierto sentido, parecia acogedor.

La intriga le ganó al temor, al menos en esta ocasión, no concebia en mi mente lo que estaba atestiguando, no lo comprendia, pero mientras miraba absorto, pude notar algo mas, no era un solo llanto, cada calendula parecia llorar junto a su compañera de al lado, produciendo entre todas este leve y melancólico llanto. El sentimiento de dolor y sufrimiento de aquellas flores era tanto que durante un breve momento, incluso yo fui capaz de sentirlo.

De entre las hojas de aquellas bellas flores surgió una mano, y con esta, un vestido grisáceo y traslucido, lo vestia una joven de cabello negro que parecia lamentarse junto a las camendulas, me parecio una escena verdaderamente triste.

Apenas un instante despues, una rafaga de viento descendió desde la nada, azotando las calendulas y despojandolas de sus pétalos, estos se esparcieron, parecian volar libres al olvido llevándose con ellos aquel llanto que se apagaba lentamente en la distancia. El vestido de la joven y ella mima, parecieron tambien ser arrasados por el viento para mezclarse entre aquellos petalos que se alejaban cada vez mas, todo se desvaneció en el aire dejando atrás un jardin sombrio, silencioso y solitario.

Cerré mi ventana y regrese a la cama sin poder ya conciliar el sueño, solamente me quede ahi, inmovil y con la mente en blanco...

Aunque aquella noche parecia eterna, el dia en realidad no tardo tanto en llegar, en mi mente permanecia impregnada la imagen de aquella joven dama con su sobrecogedora tristeza y desesperanza. Intenté levantar mis animos y asi olvidar aque suceso.

Me bañe y vesti para bajar a desayunar, ahi se encontraba mi tia abuela Elsa. Comenzamos a hablar amenamente de uno y mil temas y luego, como siempre, una cosa llevó a la otra y sin darme cuenta nos encontramos hablando sobre mi experiencia en la noche anterior.

Elsa parecia prestar especial atencion a mis palabras, escuchaba atentamente todo lo que decia y cuando finalmente termine de narrar lo sucedido, ella tomo aire en un profundo suspiro , dirigio su mirada hacia el techo, o talvez a la nada, como quien recuerda una historia de toda una vida pasada.

“Melina” susurró Elsa despues de un largo silencio, y hubo silencio por un rato mas.

Se llama Melina – me dijo con los ojos aguados y no es ninguna extraña, ella era mi hija.

Me quedé pasmado, no sabia que decir ni que pensar, no sabia que mi tia Elsa hubiese tenido hijos, pensaba que... nose... que era esteril o que nunca se habia encontrado con su pareja ideal, aunque pensandolo bien, en realidad nunca habia pensado en eso hasta aquel momento.

Termine mi café de un sorbo intentando espantar el sueño remanente que aun pudiese quedar, hice mi desayuno a un lado, queria escuchar la historia de la hija de mi tia Elsa, y afortunadamente, ella no se hizo de rogar.

Se que esta conversacion fue hace ya muchos años, pero es una de esas cosas que jamas se olvida, recuerdo claramente como me lo relato:

Elsa se encontraba en la plenitud de su vida, estaba casada con mi tio abuelo Victor, eran una hermosa pareja, el dinero no les hacia falta, pero los hijos si. Vivian en esa misma casa, donde yo pase aquella noche, los años pasaban uno tras otro y ellos siguieron sin poder concebir; sin embargo, un dia tuvieron la posibilidad de adoptar una niña recien nacida, no lo dudaron, la nombraron Melina.

La niña creció rodeada de mucho afecto, nunca le falto nada, haya sido material o afectivo, tuvo la mejor educacion que se podia pagar y los mejores padres que podia desear, todo era ideal. Melina sabia que no era hija biologica, pues entre ellos nunca hubo secretos; sin embargo, eso en realidad no importaba, ella era una verdadera hija y ellos unos verdaderos padres.

Una tarde de octubre, cuando Melina habia alcanzado ya los 17 años, llegó a casa su tia Iris, la hermana de Elsa, Iris parecia agonizar, se encontraba tan enferma y su salud tan deteriorada que parecia que habia llegado a aquel lugar a morir. Pero con el tiempo las cosas no se dieron asi. Unas semanas mas tarde, Iris se recuperaba notablemente, era ya una mujer alegre y jovial, pasaba la mayor parte del tiempo con Melina, hacian muchas cosas juntas, se compartian secretos y hablaban sin tabues, habia una sincera complicidad entres las dos, con el paso del tiempo se habian vuelto inseparables amigas.

Una noche, antes de irse a dormir, Melina se dirigió a la habitación de Iris con un cesto lleno de caléndulas, eran flores hermosas que habia recogido en el jardin con la idea de hacerse adornos para el cabello, la puerta de la habitación de Iris se encontraba entreabierta, la luz al interior era tenue pero podia verse con facilidad hacia dentro, cuando Melina se acercó, sintió una fuerte punzada en el estómago, dentro de la habitación vio a Iris con su padre, acariciandose como solo dos amantes lo harian, Melina quedó muda, conteniendose y en silencio, regresó a su habitación. Se sentia traicionada, defraudada, el ver a su mejor amiga con su padre la habia cambiado. Se acostó en su cama y tomó sobre su pecho el cesto con las calendulas, las tomaba una a una arrancandoles los petalos lentamente uno por vez, cada petalo evocaba un recuerdo, un resentimiento, una idea, lloró toda la noche, y no durmió ideando en como vengarse.

A la mañana siguiente, Melina no bajo a desayunar, tenia los ojos hinchados de tanto llorar pero se los disimuló como pudo, arregló una mesa de te en una esquina del jardin junto a las caléndulas, era el lugar favorito de ella y su tia Iris. Las tres se encontraban ahi, y hablaban y hablaban como si tuviesen años sin verse, tal y como de costumbre. Melina sirvió el té para ella y su madre, no alcanzó para Iris pero fue a la cocina a traer mas, lo habia endulzado con un toque de veneno.

Las tres charlaban amenamente y en medio de las risas Iris se sintió mareada, cayó inconsciente al suelo antes de siquiera poder detenerse, en pocos segundos yacia muerta sobre el cesped. Elsa abrazo a su hermana y lloró desconsolada sobre su cadaver, en medio del llanto vio a Melina que permanecia en pie junto a ella sin mostrar ninguna emocion, y con un dolo que cualquiera pudiese decir que viene del alma, Elsa le dijo a Melina: “Melina, esa mujer que acaba de morir era tu madre”.

No hubo palabras, Melina pernanecio inmóvil y en silencio... paralizada. Las caléndulas que se movian con el viento eran los únicos testigos silenciosos de aquel nefasto momento.

Mi tia Elsa me comentó que luego de eso, Melina enfermó, cayo en una profunda depresión y cuando tuvo una crisis de nervios fue ingresada en un hospital de salud mental, por lo que después se supo que era un trastorno maniaco depresivo. Se volvió apática, no reconocia a nadie, pero una tarde, en un atisbo de cordura durante una visita, le contó a Elsa todo lo sucedido anteriormente, al poco tiempo, Melina murio.

Mi tia no termino su desayuno, sus envejecidos ojos se le notaban cansados y llorosos, me dijo que a pesar de lo sucedido, nunca se fue de esa casa, decia que de vez en cuando aun podia sentir que Melina, quien para ella era un verdadera hija, aun permanecia ahi. Elsa se levantó de la mesa y dio la vuelta, luego me preguntó por mis quehaceres como si nada hubiese pasado, luego de eso, jamás volvió a hablar del tema, yo me fui de ahi esa tarde y ya no regrese nuevamente, mi tia falleció tres meses después de ese dia.

Por eso hijo mio, no debes temerle al llanto que escuchaste en las caléndulas en casa de tu prima, pues por lo que me dices, parece que ellas aún lloran la tragedia de aquella historia...
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2 comentarios:

Pluma Roja dijo...

Una historia muy bien tejida. Felicitaciones Némesis. Gusto pasar por su espacio.

Le dejo un furte abrazo.

Hasta pronto.

Unknown dijo...

nemesis d pasar miedo fui a dar a tu blog, la verdad q es impresionante la frialdad q tienes al escribir se ve muy logrado todo lo q quieres demostrar en tus textos q x cierto son muy bien relatados y dejan mucho q pensar... q es lo mejor de leer una historia como las q tu relatas.. un verdadero artista de los manuscritos, x favor sigue dandole vida a est mundo q con muchas ansias se divierte y siente al leer tus historias.. 1 abrazo afamado escritor, espero el libro prox..

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