Horribles relatos de una mente sin remedio: El Enviado de Dios
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viernes, 26 de febrero de 2010

El Enviado de Dios


Basado en una historia real, los nombres fueron cambiados por obvias razones.


La verdad no se por que escribo esto, nunca he sido fanático a la escritura pero ahora siento la enorme necesidad de escribir, no se como comenzar, así que solo escribiré lo que pienso. Soy una persona promedio: 27 años de edad, casado, estudiante universitario y recién dado de baja del ejército. Como dije, soy una persona normal, pero mis pensamientos últimamente no son tan normales. Cada uno de nosotros tiene una razón de ser, tenemos una misión que cumplir en esta vida, algunos lo saben y otros nunca lo descubren, yo ya lo hice, ahora se cual es mi objetivo a cumplir en este mundo y lo tengo que hacer. Le pido perdón a mi madre y a mi esposa pero no las quiero mezclar en esto, no dejare que ellas sean parte de este circo y voy a evitar que sufran, tengo que matarlas, solo así podré salvarlas, las amo a ambas, son las personas mas cercanas a mi, por eso lo haré, para que tengan el menor sufrimiento posible. Por el momento me despido, mis amigos han llegado y tengo cosas que hacer”


En ese momento cerré el cuaderno que tenia en mis manos, estábamos en periodo de exámenes y unos amigos habían venido a resolver unos cuestionarios de estudio conmigo. La verdad a mi no me preocupaban los exámenes y no tenia intenciones de prepararme para ello, a mis amigos les extrañó esto de mi pues yo siempre fui muy aplicado en los estudios. En fin, ellos no se quedaron mucho tiempo, tuvimos una charla como las de costumbre, bromeamos y reímos y todo era normal.


Recuerdo que ese verano era particularmente caluroso, y ese día en específico había un record de temperatura, el calor era sofocante. Cuando mis amigos se fueron decidí ir a visitar a mi madre, era un viaje corto y la visita también lo seria. Tardé unos quince o veinte minutos en llegar, toqué la puerta de la casa de mi madre, ella vivía sola desde que dejó a mi padre desde que yo tenía unos quince años, no tardó mucho en abrir. Se alegro mucho de verme, el sentimiento fue mutuo, me abrazo y me invito a pasar ofreciéndome comida como siempre lo hacia. Ella se dio la vuelta y entro a la casa y yo iba detrás de ella cerrando la puerta a mis espaldas, en ese momento le dije a mi madre: “te quiero mamá, y no te guardo rencor” y ella se dio la vuelta nuevamente para verme, en ese momento le apuñale el abdomen con un cuchillo que adquirí cuando era militar, ella cayo al suelo al instante y yo seguí apuñalándola talvez unas treinta o treinta y cinco veces. Mientras lo hacia venían a mi cabezas las imágenes de cuando era pequeño y mi padre me golpeaba, pasó durante mucho tiempo y ella nunca me defendió o cuando lo hacia él también la golpeaba y no lograba nada. Pero como le dije antes a mamá, no le guardo rencor. Seguí apuñalándola aun cuando había dejado de moverse, pero no por mucho tiempo. Cuando ví que ya estaba muerta fui por una cerveza al refrigerador, ella siempre guardaba cervezas para cuando yo llegaba a visitarla, nunca estuvo de acuerdo en eso pero sabia que a mi me gustaba y, bueno, así son las mamás, hacen lo que sea para satisfacer a sus hijos.


Como dije antes, mi visita era corta, solo tome la cerveza, me lave las manos y emprendí el camino de regreso a casa. Ya casi era medio día y sabia que mi esposa estaría en casa cuando yo llegara; ayer tuvo turno nocturno en el hospital, así que debería estar dormida. Conduje con mucha calma, haciendo tiempo para que mi mujer llegara a casa y se relajara un momento, una y mil cosas pasaban por mi cabeza: deje abierta la llave del lavaplatos de la casa de mi madre? Mis compañeros habrán resuelto el cuestionario?, y lo que mas pensaba era que deseaba tener un helado para aplacar un poco el calor. Entre pensamiento y pensamiento llegue a casa casi sin darme cuenta, pues como muchos ya saben, a veces el tiempo vuela. Estacione el auto frente a la casa, a un lado del auto de mi esposa, subí al cuarto y como me lo esperaba ella estaba ahí dormida en la cama, había dejado el televisor encendido, la pobre se estaba sacrificando por mi, el ultimo turno que hizo fue de 16 horas, debe estar exhausta. Me acerque a ella suavemente para no molestarla y le dije al oído: “te amo, siempre fuiste mi mujer ideal” la abrace tiernamente y le apuñale directo al corazón, se despertó y me vio a los ojos, así que me apresure a apuñalarla para que muriera lo mas rápido posible, lo hice unas veinte veces mientras me decía a mi mismo: “lastima que despertó pues no quería que sintiera nada”. Yo fui lo último que ella vio, no tardo mucho en morir pues le apuñale el corazón unas cinco veces. Me recosté junto a ella en la cama y con mis manos le cerré los ojos mientras pensaba: “que lastima que no le hice el amor antes, pero se que estaba cansada”, no iba a hacerlo ahora pues seria una falta de respeto para ella. No me quede mucho tiempo junto a ella pues ahora sabia lo que tenia que hacer, ellas eran las dos personas que yo mas quería y ahora las había salvado a ambas, tampoco quería que fueran parte de lo que estaba por venir, no seria justo.


Me levante y tome una ducha, luego fui al armario para vestirme, nunca fue difícil encontrar algo que ponerme pues mi esposa siempre mantenía planchada y en orden toda mi ropa para que no me fuera difícil encontrarla. Mientras me vestía vi a mi esposa descansando tranquilamente ahí en la cama, tomé una sabana y la arrope con ella, en ese momento pensé en mi madre, no era justo lo que estaba haciendo, pues ella había quedado tirada en el piso de su casa y pensé en regresar. Pero antes fui a buscar mis armas: un rifle de francotirador, una escopeta y dos pistolas 9mm, recogí todas las municiones que tenía pero no eran muchas, también tome una carretilla y la subí al baúl de la camioneta y junto a ésta coloque una caja grande de madera donde había guardado todas las armas y municiones.


Fui a un lugar cercano a comprar mas municiones, en total, tenia poco más de mil quinientas balas para las armas, luego regresé a la casa de mi madre. Entré a la casa por la puerta trasera que siempre estaba abierta y ahí estaba el cuerpo de mi madre frente a mi, la tome en mis brazos con mucho cuidado para no mancharme de sangre y la llevé a la cama, la arropé con la sabana y la dejé ahí descansando placidamente. Ahora me sentía mas tranquilo. Después de esto me dirigí hacia la universidad, estaba cerca y no tarde en llegar, me estacione en el parqueo de estudiantes y baje la carretilla con la caja de armas. Tome las pistolas 9mm y las llevé en el cinturón para tenerlas a la mano. Tenia que cruzar un gran jardín delantero para entrar a la universidad, éste media unos veinte metros de largo por unos ochenta de ancho que abarcaba toda la fachada del edificio de seis pisos, en el centro del edificio se erguía una torre que se elevaba unos 13 pisos desde la entrada principal, era la torre del reloj, hacia ahí me dirigía. En ese momento cuando atravesaba el jardín con la carretilla, recordé que unos años antes cuando pasaba por ese mismo lugar con unos amigos yo les dije: “ese seria un lugar perfecto para subir con un rifle y dispararle a la gente”, pero como era de esperarse, nadie tomo en serio ese comentario. Me detuve una vez más antes de entrar para ver la torre del reloj y era el lugar perfecto, sólo suspiré y seguí con mi camino. Tome el elevador pero sabia que este no llegaba hasta el ultimo piso, así que cuando este se abrió comencé a subir las escaleras con la carretilla a cuestas, mientras subía vi a un joven que bajaba, sin querer toque mi arma, así que la saque y le dispare, y luego le dispare a otros dos mas que me encontré en el pasillo. La mujer que se encargaba del acceso al reloj y el campanario se encontraba de día libre y en su lugar se encontraba una suplente, se que me tuvo miedo pues escucho los disparos y vio el arma en mi mano así que le dispare a la cabeza. Hecho esto comencé a subir los últimos escalones antes de llegar a la puerta de acceso de la azotea, tome la carretilla y la trabé con la puerta desde el lado de afuera para que no pudiera abrirse. Arrastre la caja hasta el lugar que me parecía indicado y cundo al fin me encontré ahí pude ver que no me había equivocado, tenia una fantástica vista de 360º en una azotea cuadrada, la estructura del campanario se encontraba en el centro de la azotea, también era cuadrada y se elevaba unos seis metros mas.


Prepare mis armas como todo buen militar lo haría y dirigí una oración al cielo, rezando por todas las almas que estaba a punto de salvar. Luego de esto, me coloque en posición de tiro y espere a tener un buen blanco. No tarde mucho tiempo, una joven embarazada caminaba justo en medio del jardín de enfrente y la acompañaba un muchacho, posiblemente el novio pues la llevaba de la mano; fue fácil elegir el primer blanco, pues no era ninguno de ellos dos, sino un alma pura, que se mantendría pura para la eternidad. Me encomendé a Dios y le disparé justo en el vientre, cayo al suelo en el momento y el muchacho se arrodillo junto a ella y le acerté en la cabeza. Cuando esto pasó, todas las personas ahí abajo comenzaban a correr desenfrenadamente como en un frenesí de hormigas locas. Me sentí extasiado, seleccione los blancos uno a uno, y uno a uno también fueron cayendo; me era mas fácil atinarle a un blanco en movimiento que a uno inmóvil, había aprendido bien, pues con solo 24 años ya era un francotirador calificado por el ejercito.


Disparaba desde los cuatro lados lo más rápido posible, así sabia que desde abajo no parecía que hubiera un solo tirador sino al menos diez. En menos de veinte minutos ya le había acertado a catorce blancos. Comencé a ponerme a prueba y hacer tiros un poco más desafiantes y me enorgullece decir que pude acertarle a algunas personas a más de 450 metros de distancia, eso era a varias calles. Pero claro, no paso mucho tiempo antes que llegara la policía y comenzaron a dispararme aunque las armas que ellos usaban no tenían el alcance necesario para abatirme, yo no debía detenerme y seguía seleccionando blancos uno a uno. Mi prioridad no eran los policías pero pude darle a uno que se encontraba a unos 100 metros de distancia, el tiro le llego a través de una hendidura de unos 15 centímetros, la bala le cayo justo en la yugular. Tuve que bajar el ritmo pues comenzaron a dispararme cada vez mas, ¿Qué no comprendían que lo que yo quería era ayudarlos? Ahora tenia el don de liberarlos de ellos mismos, de salvar sus almas pero ellos no lo permitían.


Vi que una avioneta se acercaba a la torre y me lanzo una ráfaga de balas, ninguna me alcanzó pero estuvieron cerca de hacerlo, yo dispare solo tres balas con el rifle y se que una los alcanzó, el avión no cayo, pero se que se dieron cuenta que no seria difícil para mi derribarlo, así que se fueron. comencé a escuchar disparos de escopetas provenientes desde abajo, sabia que los policías no usan ese tipo de armas así que debían ser civiles, me mantuve agachado por un momento sin levantar la cabeza, sabia que los muros me protegerían pues tenían mas de medio metro de espesor.


Había pasado casi una hora desde que comencé con mi misión y yo aun tenia muchas municiones, en ese momento escuche como al otro lado de la azotea golpeaban la puerta para derribarla, solté el rifle y cargue la escopeta y las 9mm, me quede quieto en una esquina esperando que ellos vinieran hacia mi, tenia una posición privilegiada pues si ellos aparecían por la izquierda o la derecha yo los notaria primero, frente a mi estaba la esquina del muro del campanario, así que podría hacerme hacia el lado contrario para escudarme de sus balas. Y en efecto, escuche un disparo a mi izquierda, apunte, pero apareció un policía a mi derecha y antes de poder tenerlo en la mira descargo todas las balas de su arma 9mm en mi pecho, pude sentir como cada bala se alojaba dentro de mi, fue el momento mas glorioso de mi vida, estaba convirtiendo en un mártir, ese fue mi momento triunfal, que lastima que no pude hacer nada mas por todos ellos. La escopeta se hacia mas pesada y mis brazos mas flácidos, poco a poco el arma se me iba resbalando, con mucho esfuerzo pude sacar una nota que tenia en mi bolsillo, vi al oficial que me había disparado y le sonreí, el no me sonrió, en cambio me disparo a la cabeza.


Dios me había hablado y me dijo que mi misión era liberar almas para enviárselas a el, pero no seria nada fácil hacerlo, tenia razón, no fue fácil, sólo pude recolectarle treinta y dos almas. El policía se acerco a mi cuerpo ya sin vida y tomo la nota que yo sostenía en mi mano, la cual decía: “Lastima que las personas no comprendieron que yo tenia el don de liberarlas de esta vida material y de sufrimiento y que lo único que quería era ayudarlas, pero yo se que soy especial y vine aquí a hacer el trabajo de Dios. Nadie piensa en salvar a los demás y yo pretendí salvar al mundo, por eso se que mis pensamientos no eran tan normales, aunque yo sólo era un chico normal. Se que después de un tiempo nadie recordara mi nombre, pero también estoy seguro que será imposible ver la torre del reloj sin pronunciar mi nombre: David Crow, El enviado de Dios.”

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3 comentarios:

Anónimo dijo...

No me dio miedo.

Rosario A. dijo...

Me encanoto... No da miedo,es verdad, pero me encanta como esta relatada.

Unknown dijo...

No necesariamente tienen ke dar miedo! lo que importa es el contenido y ya sé a quien te refieres jeje creo felicitaciones una vez mas!

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